El fabricante de conflictos

El mandatario colombiano, Gustavo Petro, ha creado un conflicto diplomático para ocultar la crisis que afecta su gobierno.
Una vez más, Gustavo Petro ha demostrado que su vocación por la improvisación no conoce límites, ni siquiera las fronteras nacionales. Su reciente acusación contra el Perú por supuestamente “copar” territorio colombiano en la Amazonía constituye el último episodio de una estrategia desesperada: crear conflictos externos para desviar la atención de la crisis interna que carcome su administración.
La denuncia del presidente colombiano, difundida irresponsablemente a través de su cuenta de X, constituye una grave falta de tacto diplomático que pone en riesgo las relaciones binacionales. Al acusar al Perú de violar el Protocolo de Río de Janeiro por la creación del distrito de Santa Rosa de Loreto, Petro ignora deliberadamente que ese territorio se encuentra bajo la soberanía y jurisdicción de nuestro país, conforme a lo establecido en el Tratado de Límites de 1922 y los trabajos demarcatorios de la Comisión Mixta Demarcadora de Límites de 1929.
Lo más preocupante no es solo la inexactitud de las acusaciones, sino el patrón de comportamiento que revela. Como se indicó en estas páginas hace algunos meses, Petro ha convertido la irresponsabilidad en su método de gobierno. Tras la humillación ante Trump, el desastroso Consejo de Ministros televisado que expuso las fracturas internas de su Gabinete y la cascada de renuncias ministeriales, el mandatario colombiano necesitaba urgentemente una cortina de humo.
¿Qué mejor distracción que un conflicto territorial con el país vecino? La decisión de trasladar la conmemoración de la batalla de Boyacá a Leticia no obedece a razones patrióticas, sino a un cálculo político mezquino. Petro busca vestirse de defensor de la soberanía nacional precisamente cuando su autoridad se desmorona internamente.
La defensa peruana ha sido categórica y fundamentada en derecho internacional. El Ministerio de Relaciones Exteriores ha recordado que el Perú ejerce soberanía legítima sobre Santa Rosa desde hace más de un siglo, respaldado por tratados internacionales vigentes. Esta firmeza contrasta notablemente con la ligereza con que Petro maneja asuntos de Estado a través de redes sociales.
El presidente colombiano ha mostrado una preocupante tendencia a inmiscuirse en asuntos de países vecinos cuando enfrenta dificultades domésticas. La crisis interna del Gobierno Colombiano es evidente: ministros que renuncian, un Gabinete fracturado, reformas estancadas y un presidente que prefiere gobernar por X antes que construir consensos.
Esperamos que las autoridades peruanas mantengan la serenidad y continúen defendiendo nuestra posición a través de canales diplomáticos apropiados. La historia y el derecho internacional están de nuestro lado; no necesitamos espectáculos mediáticos para defender lo que nos pertenece.