El Colombiano

Uribe, ¿el “kingmaker” 2026?

“Es el único de los líderes vigentes de la trastienda política del país que tiene caudal electoral. Votos. Seguidores. Partido. Expectativas de poder. Audiencia. Discurso. Experiencia” – Álvaro Uribe

Opinión de Pedro Viveros

“Es el único de los líderes vigentes de la trastienda política del país que tiene caudal electoral. Votos. Seguidores. Partido. Expectativas de poder. Audiencia. Discurso. Experiencia” – Álvaro Uribe

“Es el único de los líderes vigentes de la trastienda política del país que tiene caudal electoral. Votos. Seguidores. Partido. Expectativas de poder. Audiencia. Discurso. Experiencia” – Álvaro Uribe

Cuando se acercan las elecciones en una democracia, siempre asoma la incertidumbre. Los temores electorales se acrecientan cuando en ella están en juego el Congreso y la Presidencia de una república. Una de las fortalezas que tiene Colombia en su tradición, con éxitos y fracasos, es el litigio electoral. Desde la Independencia, excepción del interregno de la “dictablanda” del general Gustavo Rojas Pinilla, el calendario electoral tiene prolongación en el tiempo. Pero en los intestinos de los colombianos al momento de depositar un tarjetón en las urnas cada cuatro años, además de buscar la mayoría de los sufragios para ganar las elecciones, existe la figura en materia de poder real del “kingmaker” o “hacedor de reyes”.

Su origen más conocido se remonta al nombre del conde Richard Neville. Este noble inglés perteneció a dos casas reales, y en esa condición logró “hacer” dos reyes. Fue audaz, popular, con mucho carisma, lo que no dejó de originarle rivales en materia política y de poderío. Los que conocieron de sus habilidades no dudan en ponderar su capacidad de manejar los intereses en juego en los escenarios donde se debían tomar las más importantes decisiones de la monarquía en el siglo XV. El término evolucionó y los comentaristas de la política retomaron esa palabra y cada elección buscan afanosamente identificar sobre quién o quiénes recae ser factor decisivo de poder, para salir victoriosos en la lucha política. En 2026 parece que ese apodo va a recaer en el expresidente Álvaro Uribe Vélez. Veamos.

Primero, hay que decirlo, es el único de los líderes vigentes de la trastienda política del país que tiene caudal electoral. Votos. Seguidores. Partido. Expectativas de poder. Audiencia. Discurso. Experiencia. En fin, es el único que no ha dejado de hacer política electoral. Mientras los partidos tradicionales se marchitan en sus menguados feudos (que por disminuidos no dejan de ser influyentes), Uribe se la pasa recorriendo el país. Hace foros programáticos en las regiones. Regaña a sus candidatos. Renueva la alineación de su sector y entremezcla fichajes nuevos como el exitoso concejal de Bogotá Daniel Briceño, con la respetabilidad que les otorga a figuras con más experiencia, como es el caso de la senadora y precandidata presidencial Paloma Valencia. En otras palabras, este expresidente no ha desentendido su nicho electoral.

Segundo, la narrativa. Álvaro Uribe, desde que se postuló como opción viable de poder en 2001, nunca se dejó arrebatar la bandera de la seguridad. Con el pasar de los años, siempre renueva ese aspecto, pero no abandona ese factor del que tanto adolece el país. Las diferentes encuestas evidencian la inseguridad del país entre las tres prioridades de los colombianos. Incluso, en las últimas resalta como el aspecto prioritario en todos los sitios donde hacen las mediciones. Además, vale reiterarlo, el atentado contra el senador y también precandidato del Centro Democrático, del que Uribe es su jefe natural, potenció en la ciudadanía la sensación de desprotección y pareciera que los colombianos comienzan a migrar buscando abrevar, políticamente, en las aguas de candidatos de centro derecha o derecha.

Tercero, la incompetencia del actual Gobierno facilita recordar la forma de “trabajar, trabajar y trabajar” que Uribe le imprimió al país en sus dos mandatos. Fue tal la potencia administrativa y el pie en el acelerador que el uribismo le impuso a su gestión, que le dio para poner su sucesor, Juan Manuel Santos, enfrentarse a este cuando se presentó a su segundo mandato, ganar con Iván Duque como candidato del Centro Democrático en 2018 y ser hoy la agrupación principal del sector de oposición al gobierno Petro.

Por último, el juicio. Si resulta culpable, la victimización a escasos siete meses de las elecciones parlamentarias de 2026 lo puede catapultar para validar sus postulados y, si lo declaran inocente, podrá decir de viva voz que el uribismo sí existe.

Álvaro Uribe Vélez puede ser el “kingmaker” de 2026.

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