Ciencia

Un arma espacial para aniquilar a la humanidad / Historias del Cosmos

El cañón solar se basaba en la simple idea de un espejo cóncavo que concentrara la luz solar.

Un antiguo y pequeño pueblo alemán enclavado en colinas boscosas y atravesado por el río Aller, un afluente del Elba, se convirtió en el hogar de uno de los centros de investigación y desarrollo armamentista más importantes del mundo, donde se planeó la construcción de una super-arma espacial para acabar pueblos y ciudades

En Hillersleben se encontraba la que fuera considerada la zona de entrenamiento estrella en Europa durante la Segunda Guerra Mundial, que contaba con una superficie de 232 kilómetros cuadrados y más de 4.000 personas trabajando en sus instalaciones secretas. Entre 1939 y 1945, un contingente de 150 científicos desarrollaba y evaluaba toda clase de armas experimentales, muchas de las cuales fueron finalmente adoptadas por la máquina de guerra nazi.Cuando Alemania fue doblegada salieron a la luz las oscuras intenciones bélicas de los nazis, entre las que se encontraban proyectiles autopropulsados de hasta una tonelada, morteros de largo alcance y cohetes interconectados. Pero tal vez lo más llamativo y a la vez terrorífico que se encontró allí hayan sido los planes para poner en órbita un arma que utilizara la luz solar para incinerar ciudades enteras, como un ardiente castigo para los enemigos del Tercer Reich.El cañón solar, como se lo denominó, se basaba en la simple idea de un espejo cóncavo que concentrara la luz solar, cuya complejidad estaba en un gran tamaño de 3 kilómetros cuadrados y una ubicación a gran altura orbitando la Tierra. Desde tal posición privilegiada se podría concentrar una enorme cantidad de energía en un objetivo seleccionado sobre la superficie del planeta. En realidad, no era un concepto novedoso de los nazis, que habían tomado un diseño original del físico Hermann Oberth, considerado uno de los padres de la astronáutica y la cohetería espacial. Oberth había presentado en 1929 la propuesta visionaria de una estación espacial orbitando la Tierra, que sirviera como punto estratégico de observación terrestre, repetidor telegráfico, y para colocar un gigantesco espejo que concentrara la luz solar, produciendo calor y generando electricidad mediante turbinas de vapor. Los nazis simplemente le imprimieron su toque siniestro, pensando en un arma de destrucción masiva que aprovechara el potencial bélico de una ubicación espacial exclusiva, que idealmente debería ser a 8.200 kilómetros de altura. Para encontrar la primera referencia a algo similar al cañón solar tenemos que remontarnos más de dos mil años, a la figura del gran matemático griego Arquímedes y su “rayo de la muerte”. En el 212 a. C., durante la segunda guerra púnica, la República romana intentó apoderarse de la ciudad de Siracusa. Para defenderse, se atribuye a Arquímedes la creación de un dispositivo que utilizaba un conjunto de espejos de cobre que concentraban la luz solar para prender fuego a los barcos que intentaban realizar los ataques navales romanos. El cañón solar de los nazis esperaba ser 100.000 veces más grande que el dispositivo de Arquímedes. Aunque los planes nazis nunca se materializaron y la historia de Arquímedes parece ser más mito que realidad, conceptos similares se utilizan hoy en día para captar energía en escalas más pequeñas.

Los hornos solares usan espejos parabólicos que pueden proporcionar calor para cocinar, generar electricidad y en la producción de hidrógeno. El horno solar más grande del mundo se encuentra actualmente en Francia, y cuenta con un conjunto de 10.000 espejos que concentran la luz solar para producir temperaturas de hasta 3.000 ºC.

Mientras reflexionamos sobre los oscuros episodios de la historia, debemos también mirar hacia el futuro con la responsabilidad de utilizar el conocimiento y la tecnología para el bienestar de la humanidad. Aún queda pendiente la tarea de aprovechar plenamente el vasto potencial que alberga la energía solar.

SANTIAGO VARGAS

Ph. D. en Astrofísica

Observatorio Astronómico de la Universidad Nacional

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